UN BROTE DE ESPERANZA PARA CUMPLIR UN SUEÑO
Delvalle, de 30 años, salió del país que la vio nacer por las necesidades que pasaba todos los días y abandonando el sueño de ser enfermera al no poder seguir pagando la universidad. La compra de alimentos se hacía más difícil cada día pues “si tenía para comprar un alimento, no me alcanzaba para el otro”. La situación, que ya no era tolerable para ella, la obligó a migrar junto a su hermano con lo poco que le quedaba hacía un rumbo desconocido.
Las cosas no salieron como pensaba en el camino, pues, a pesar de poder haber reunido para el pasaje en bus, fueron los dos días y las dos noches más largas de su vida. “No tenía dinero y tuve que aguantar las ganas de comer. Solo tomando agua y más agua por el camino”. Además, al llegar a la ciudad de Cúcuta, lugar en donde aún reside, su hermano y ella tomaron rumbos distintos por cuestiones personales.
Dejó a sus padres en Venezuela y una casa que a duras penas se mantiene sola. Los pensamientos antes de dormir cada noche se dirigían al bienestar de sus padres, preguntándose si habrán podido comer algo para poder seguir adelante.
Durante el primer año de estar en Norte de Santander pudo trabajar en un mercado vendiendo algunas cosas gracias al apoyo de una familia. Sin embargo, por el azar del destino, tuvieron que irse dejándola sin empleo por más de un año ya que cada vez que iba a una entrevista y decía que era venezolana, la discriminaban. “Lloré mucho y tenía ganas de tirar la toalla y devolverme”, comenta Delvalle.
A pesar de la dificultad, conoció al que es su actual pareja y con su hijo pudieron mudarse a un lugar diferente para empezar a formar un hogar. Fue en ese momento en que VenEsperanza, de la mano de World Vision y USAID-BHA, apareció en sus vidas. “Una vecina me dijo que a través de una iglesia y una organización, que no sabía aún bien el nombre, estaban haciendo un censo. Bueno, yo anoté mis datos, los de mi familia y esperé”.
Cuando recibió la llamada fue una alegría para ella y para su familia, pues pudieron comprar más alimentos, insumos para su hijo y sobre todo, enviar un poco de dinero para sus padres en Venezuela. Las noches en vela pensando en su madre y padre no iban a estar llenas de tantas preocupaciones por los próximos meses gracias a la asistencia humanitaria brindada por las organizaciones humanitarias. Como Delvalle, ya son más de 344.900 personas participantes del programa VenEsperanza.
Con la primera entrega, pudo llenar su nevera de alimentos y también comprar los elementos de aseo personal y de limpieza que tanto le hacían falta. Los servicios y el arriendofueron cubiertos con las siguientes entregas. Ahora, lo que espera es poder conseguir un trabajo para apoyar a su esposo y poder, algún día, traer a sus padres con ella y reunir a su familia otra vez.
*VenEsperanza es un programa de asistencia humanitaria multipropósito de emergencia para satisfacer las necesidades humanitarias más urgentes de personas en situación de mayor vulnerabilidad, como migrantes venezolanos, retornados colombianos y comunidades de acogida. Este es un programa gratuito que es posible gracias al apoyo de USAID- BHA/ Bureau de Asistencia Humanitaria junto con las organizaciones humanitarias: Comité Internacional de Rescate, Mercy Corps, Save the Children y World Vision en apoyo a la respuesta humanitaria del Gobierno Nacional de Colombia.
Sobre World Vision
World Vision es una organización global de desarrollo, ayuda humanitaria y Advocacy (incidencia política y movilización), de principios cristianos, centrada en ayudar a las niñas y niños más vulnerables a superar la pobreza y experimentar la plenitud de la vida, sin distinción política, religiosa, de raza, etnia o género. En Colombia, World Vision tiene presencia nacional hace 43 años, acompañando la infancia y la adolescencia de miles de colombianos, desde dos enfoques: bienestar y protección integral con ternura.
