La Semana Santa
Hace décadas, cuando el mundo aún no era una suma de redes sociales, plataformas de videos bajo demanda y aplicaciones para hacer turismo bajo el radar de las agencias de viaje, la Semana Santa era silenciosa, grave, profundamente religiosa: una semana para replegarse. Los últimos días de Cristo eran revisados, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, para recobrar el amor por el prójimo, la conciencia de la muerte y el sentido de lo humano, pero también para renovar –en el ejercicio de los ritos de los días santos– el compromiso con la fe.