Niños de Santander se tomaron las aulas de la UPB
Se presentaron como Misioneros de la Ternura y por medio de una abrazatón, y otras actividades pedagógicas, sensibilizaron a la comunidad educativa sobre la importancia de comprometerse con la tierna protección de la niñez.
Niños y niñas, que promueven una cultura de paz en sus comunidades, ahora lo hacen en instituciones como la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB). Salón por salón, se tomaron las aulas de clase para llevar un mensaje referente a la protección y prevención de violencias en contra de la niñez. En medio de reflexiones, una canción y una actividad simbólica a través de una abrazatón, se desarrolló esta actividad.
Durante este año, cerca de 6.283 niños y niñas han sido víctimas de diferentes formas de violencia, de acuerdo con información publicada por Medicina Legal y Ciencias Forenses; cifra que representa 29,6 casos diarios y un incremento del 10,34% con referencia al mismo periodo del año anterior. Un panorama, que si hay compromiso por parte de todos los actores de la sociedad, podría transformarse hasta lograr que haya 0 casos de maltrato y abuso en contra de los menores de 18 años de edad. Este deseo, de tener una sociedad libre de violencia, fue la moraleja que recibieron estudiantes, docentes y demás miembros de la comunidad educativa de la UPB.
“Nos sorprende que esta enseñanza la recibamos directamente por parte de los niños y las niñas. Son los que se han visto afectados y nos llega, muchos más al corazón, que sean ellos y ellas quienes nos inviten a protegerlos”, aseguró Fredy, uno de los universitarios que presenció dicha movilización liderada por el Movimiento Nacional de Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes Gestores de Paz, acompañados por sus familias y la ONG World Vision Colombia.
Antes de retirarse de cada salón, los misioneros de la ternura compartieron unos tips de convivencia para evitar las relaciones negativas con los niños y las niñas. Como resultado, quienes se encontraban en los salones de clase entendieron la manera correcta en que deben tratarlos al interior del hogar, en los parques y otros lugares públicos donde tengan contacto con la niñez y adolescencia. De esta manera, se contribuye por medio de acciones pedagógicas a promover entornos más seguros y protectores.
