Migrar: una decisión de vida o muerte

Vida o muerte. Eso es lo que está en juego cuando una familia o un individuo abandonan su país. El éxodo masivo de refugiados y migrantes provenientes de Venezuela parece una herida abierta. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estima ya en cuatro millones el número de personas que han salido de Venezuela en los últimos años.

20-06-2019
Puente Simón Bolívar en la frontera entre Colombia y Venezuela

Por: Joao Diniz, Líder Regional World Vision Latinoamérica

Migrante es su estatus, pero quienes eligieron salir de su país son niños, niñas, adultos mayores, mujeres, hombres, adolescentes y jóvenes en busca de esperanza.

Dejar atrás todo referente de certeza es la dificilísima decisión que cuatro millones de personas provenientes de Venezuela han tomado en los últimos años. Son el equivalente al 63% de la población de El Salvador o al 80% de la población de Costa Rica. La masiva migración venezolana equivaldría a vaciar completamente las calles y barrios del estado de Oregon, en Estados Unidos.

Hasta hace pocas semanas, se contaban 35.000 personas diarias que salían de Venezuela en una migración pendular; es decir, salían hacia Colombia en búsqueda de alimento, agua, medicamentos y educación y regresaban, y de ellas, 5.000 salían cada para nunca volver.

Con la reciente reapertura del paso sobre el puente Simón Bolívar que une Colombia y Venezuela, el número de migrantes se ha duplicado. Miles continúan saliendo de un país lesionado por una profunda fractura económica, social y política que llevará años sanar.

Desde World Vision, hemos decidido acompañar a los más vulnerables y hemos establecido la meta de atender este año a 300.000 personas, de ellas 130.000 son niños y niñas que transitan en las condiciones más difíciles y peligrosas. Nuestra operación, “Esperanza sin Fronteras”, alcanza Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Chile, los países que reciben los mayores contingentes de migrantes y refugiados.

Atenderlos a todos, protegerlos a todos, alimentarlos a todos, solos, es imposible. Por ello nuestra labor está anclada en una plataforma interagencial para coordinar esfuerzos y apalancar capacidades.

Estar en campo nos ha permitido presenciar en primer plano la desgarradora realidad de la persona migrante. Llamaremos María a esta joven madre, que con un bebé en brazos, decidió salir de Venezuela semanas atrás.

Llegó a pie a Cúcuta, Colombia, la primera frontera que cruzaría. Tras una breve parada apenas para descansar, emprendió un peligroso y extenuante viaje bajo un sol que lacera la piel, al nivel del mar y a 32°C. Con su bebé abrazado a su pecho, inició un ascenso de 1471 kilómetros y más de 3.000 metros para llegar a Rumichaca, Ecuador, la segunda frontera. Hizo algunos tramos del viaje en bus y otros a pie. En el camino, algunos albergues de personas de buena voluntad y organizaciones no gubernamentales dieron abrigo temporal y alimento.

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Perú, que ha recibido cerca de 800.000 migrantes provenientes de Venezuela parecía ser el lugar del trabajo y abrigo anhelado. Por eso eligió emprender el peligroso trayecto hasta su destino, Tumbes, el tercer puesto fronterizo que cruzaría. María apresuró el paso ante la posibilidad de que se instaurara el requisito de visa para venezolanos.

Para entonces, el cambio extremo de temperaturas que en las madrugada es cercana a cero, y el agotador ascenso andino hacia Rumichaca, Ecuador, habían hecho mella en la salud de María y en la de su bebé. Estaba agotada, pero en casa no había medicinas, no había alimento, no había trabajo y ella quería salir adelante y sacar adelante a su niño, que dormía entre cobijas.

Ya en Ecuador, María miró a su bebé. Dormía profundamente, silenciosamente. Lo que golpeó el alma de María fue descubrir que su bebé no soportó el viaje. Había muerto. Y ella, no soportó el dolor de perder lo más preciadom en su intento desesperado de encontrar mejores condiciones para que creciera. María, en desesperación, saltó de un puente en Rumichaca, huyendo del dolor.

La historia de María no necesita acentos dramáticos. Es el relato de migrantes con los que hablé a mediados de junio, mientras visitaba nuestros programas en Tumbes, poblado fronterizo en el que trabajamos junto con líderes comunitarios, iglesias y otras agencias de cooperación.

Continuamos aquí, porque cuando la necesidad de otro ser humano pase desapercibida ante nuestros ojos, ese día habremos perdido la guerra. Continuamos aquí convocando voluntades, porque cuando el hambre de una familia y la búsqueda de sustento de un extranjero nos separe en discusiones por nacionalidad, antes que unirnos, ese día habremos perdido nuestra humanidad.

Nuestro corazón seguirá quebrantándose por lo que quebranta el corazón de Jesús, como lo dijo nuestro fundador, Bob Pierce. En amor y solidaridad seguiremos trabajando junto con socios en comunidades, iglesias, empresas, gobiernos y sociedad civil para llevar esperanza sin fronteras a miles de migrantes provenientes de Venezuela.

Sin apartar los ojos de la niñez, la más vulnerable en estos procesos, World Vision Latinoamérica le invita a ser parte de una comunidad consciente, activa y comprometida de personas que protejan a los más vulnerables de la pobreza y la injusticia.

Migrar es un derecho, y al resguardarlo, también velamos por las comunidades de acogida. El eje central de nuestra labor es la integración de las comunidades migrantes y las comunidades de acogida, creando espacios de protección para la niñez, proveyendo nutrición, ayuda humanitaria y asesoría legal.

Nuestra labor enfatiza la educación de niños y jóvenes, el desarrollo de capacidades productivas para los padres y madres de familia y prioriza la protección de los migrantes del asedio de redes criminales de trata y abuso.

La tarea es titánica, pero abrazamos a cada persona, confiados en Dios y en la colaboración de múltiiples socios, individuos y organizaciones. Sabemos que al sembrar en el futuro de este capital humano y en sus sueños, cosecharemos frutos para toda Latinoamérica.

Lo invitamos a ser parte de este movimiento de amor #Necesitamosatodoelmundo

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