Jacqueline Castro, colombiana que migró de Venezuela nuevamente a su país

En el paso fronterizo donó su cabello para poder comprar los alimentos que más tarde llevaría a su hogar. World Vision Colombia, ONG que implementa cinco proyectos a nivel nacional como respuesta a la crisis migratoria, conoció su historia.

12-09-2018
Jacqueline Castro, migrante de Venezuela

“Mi situación no es la peor, muchas mujeres venden sus cuerpos, yo tuve que vender mi cabello para poder darle a mis hijos de comer. Fue así como  pudimos cenar”, dice Jacqueline Castro, una madre colombiana que por muchos años vivió en Venezuela y debido a la crisis que se presenta allí, tuvo que migrar nuevamente a Colombia en búsqueda de una mejor calidad de vida para su familia. Junto a sus 2 hijos de 2 y 8 años de edad respectivamente, tuvieron que abandonar lo que con esfuerzo habían construido durante varios años  en el vecino país.

La población venezolana ha tenido que vivir el desabastecimiento de productos básicos en la canasta familiar, la falta de medicamentos e insumos médicos, entre otras necesidades que se han visto  insatisfechas, y que en el peor de los casos, ha provocado la muerte de varias personas, incluyendo los niños y las niñas. Este desconsolador panorama era el que Jacqueline  no quería que  estuviera al alcance de su familia. “Hace aproximadamente 7 años inició la crisis, luego hace 4 años empezaron las filas de kilómetros de recorrido para poder acceder a la compra de productos, hoy en día ya no hay. Todo esto me motivó a  regresar a mi país, sin un peso en el bolsillo, pero resultaba ser la mejor opción”, asegura.

En la frontera, a la altura del Puente Simón Bolívar, Jacqueline no tuvo otra opción que vender su cabello a cambio de recibir algo de dinero para alimentar a sus hijos, mientras lograba acomodarse al salir de Venezuela. Durante el largo trayecto le invadía la preocupación de no tener cómo conseguir para el alimento de su familia; sin embargo, al escuchar las voces de aquellos que comercializaban con cabello, no lo dudó dos veces. “Me puse las manos en  la cabeza y me acordé que el pelo crece, en cambio el hambre no da espera. Cuando sentí las tijeras, entendí que ese era el sacrificio que tenía que hacer  para estar tranquila con mis niños”, explica.

No le fue sencillo retornar a Colombia, y como dice ella, mucho menos empezar desde ceros. Aun así, se siente satisfecha al saber que no tuvo que separarse de los suyos, como si le ha tocado a cientos de familias que todos los días huyen en medio del desespero. “Son muchas las familias que han tenido que despedirse, quién sabe hasta cuándo vuelven a reencontrarse. Nosotros llegamos a Colombia en  búsqueda de una mejor  vida, dejamos atrás miles de sueños y proyectos pero acá estamos con vida y con ganas de salir de esta situación”

Volver a empezar no es fácil, y más en medio de tantas dificultades. En ese contexto, World Vision Colombia ha impactado a 2.400 familias a través de 5 proyectos de respuesta humanitaria con el fin de dar aliento y esperanza a los venezolanos y colombianos más afectados por la crisis. 

 

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