EL ÉXODO DE JEHOVANISI Y SU FAMILIA

Cuatro años atrás, Jehovanisi afrontaba una de las decisiones más difíciles: dejar atrás su hogar, que durante 23 años había sido su refugio en el estado de Zulia, Venezuela. Dejar atrás a su mamá y a sus hermanas (quienes seguirían sus pasos tiempo después). Dejar atrás una vida construida.

01-04-2020
Jehovanisi junto a sus hijas Valeria y Maryit.

Esta decisión motivada por la dura situación que vivía en Venezuela y su familia, pues no tenían trabajo ni ella ni su esposo Brayan. Tenían serias dificultades para garantizar la alimentación y la salud de sus tres hijos de cuatro, siete y diez años. Jehovanisi y su familia emprendieron el viaje por los pasos irregulares fronterizos hasta llegar a Soledad, Atlántico, en territorio colombiano.

“Yo le doy gracias a Dios porque me permitió convencer a mi esposo que nos viniéramos para Colombia, pues si nos quedábamos unas semanas más en Venezuela, mi hija menor se hubiera muerto, pues ya presentaba desnutrición y una infección en el estómago; el mismo día que pisamos Colombia mi niña empezó a vomitar, le dio fiebre, y duré 16 días internada con ella en un centro médico porque estaba muy grave”.

Al llegar a Colombia, a casa de la abuela de Brayan, tras un año de complicaciones, poco trabajo y múltiples esfuerzos para reconstruir una vida se enfrentaron a su nueva realidad. Su mamá decidió huir también desde Venezuela para apoyarla y así ella y su esposo podían tener mejores oportunidades laborales. Además, las relaciones con la familia de su esposo no estaban en su mejor momento entonces decidieron desplazarse a un asentamiento en la ciudad de Barranquilla, llamado Villa Caracas. Sin embargo, fue una decisión marcada por el temor de iniciar nuevamente desde cero. 

Con esfuerzos, Jehovanisi y su familia lograron adquirir un pequeño terreno para crear lo que hoy en día es su hogar. Hecho con tablas, forros y relleno de colchones fue construido con el apoyo de varias personas de la comunidad, entre ellos uno de los primeros jefes de Brayan, quien les regalo el techo, que hoy en día ya evidencia daños, quiebres y enmendaduras. Incluso, los pocos muebles que tienen en los dos espacios que adecuaron para su familia, fueron producto de la solidaridad de familiares y conocidos. 

Jehovanisi se enteró del proyecto VenEsperanza, en el comedor comunitario que visitan sus hijos en la Iglesia San Joaquín, cercana al asentamiento. Allí les avisaron que les iban a hacer unas preguntas y luego los llamarían, pero no sabían para qué era.

Tras recibir la noticia de que su familia había salido beneficiada, la felicidad invadió el hogar León Avendaño y los planes de mejorar la casa, “forrar” las paredes, poner el piso, e incluso abrir un pequeño puesto de perros calientes, se hicieron más cercanos para esta joven madre. 

Al recibir el primer pago, Jehovanisi, siguió su espíritu solidario, y recibió a cada una de sus hermanas en la comunidad y decidieron salir adelante como familia. Destinó parte del dinero recibido para apoyar a su mamá, pagar deudas en la tienda cercana y comprar alimentos para su familia.

Con el segundo pago, compró nuevamente alimentos para su familia, pagó otras deudas e instaló servicio eléctrico en su hogar que ahora comparte con las casas de su mamá y sus hermanas. 

“Porque aquí, yo te digo, somos venezolanos para que nos ayudemos entre nosotros a salir adelante”
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