SIN FRONTERAS PARA UNA VIDA EN FAMILIA
Eugenia* y su familia, antes de pensar en migrar a Colombia, tenían una buena calidad de vida. Vivian en una casa propia junto con su pareja, sus hijos y tenían un negocio donde distribuían comida al por mayor. “Nosotros comprábamos en un mayorista y distribuíamos a tiendas locales en una camioneta que también era de mi propiedad”, comenta Eugenia al recordar su trabajo en Venezuela. Conoce esta historia del proyecto Esperanza Sin Fronteras.